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miércoles, 16 de marzo de 2011

Extraña combinación

Entre la pausadas notas producidas por la guitarra y las largas pasiones calmadas del violín, mi alma se relaja y se hunde en otro mundo.

Se complementan perfectamente, en compleja sincronía, tal que me cuesta entenderla. Mientras que la guitarra me recuerda a las ondas en el agua, el violín sigue su propio ritmo, marcando a la propia guitarra, como el viento entre las hojas.

Definitivamente, es una combinación maravillosa.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Polos Opuestos Capítulo 3

Escucho un sonido molesto, un ruido que no logro identificar. Poco a poco comienzo a despertar e identifico la molestia como mi despertador.

- ¡Aj! Quiero dormir un poco más…- Murmuro escondiendo la cabeza bajo la almohada. - ¿A quién le estoy diciendo esto?

Me levanto de un salto, tratando de despejar mi mente adormilada. De pronto, noto una fuerte presión en la boca del estómago y tengo que salir corriendo al baño para poder vomitar. Me duele la cabeza y todo parece difuso, dando vueltas y vueltas. No sé como, consigo levantarme hasta el lavamanos y limpiarme la cara. Lo vi todo extrañamente borroso. Tengo mucho frío pese a que debemos rondar los 20º. Me apoyo en la pared hasta llegar al salón. Marco lentamente el número de Carlo con esfuerzo.

- Buenos días Sarah ¿Qué pasa? Es raro que me llames a estas horas.

- ¿Estás muy ocupado? – Susurro

- Un poco… Sarah, ¿qué ocurre? – Me urge preocupado.

- Necesito que llames al instituto y les digas que no puedo ir.

- De acuerdo. Ahora mismo voy para allá.

- No hace falta que vengas, estoy bien.

- Cuando tu faltas al instituto, la cosa no va bien. Te conozco. Estaré ahí en 10 minutos.

- Está bien.- Le contesto, sin fuerzas para discutirle.

Cuelgo y tengo la necesidad de ir corriendo al baño de nuevo, pero está muy lejos y no me queda más remedio que ir a la cocina. Me siento en el suelo y dejo la cabeza entre mis piernas, mientras trato de respirar hondo, aunque me cuesta porque no paro de toser. El tiempo pasó agónicamente lento, o quizás yo estaba más que concentrada en el fuerte dolor de cabeza que tengo. De pronto, la puerta se abre y Carlo entra, fugaz, hasta donde estoy con una mirada preocupada.

- Dios, tienes fiebre, ¿qué haces aquí sentada? – Dice tocándome la frente.

- No tenía fuerzas para volver a la cama.

- Está bien, ¿te ha pasado algo más? – Me pregunta mientras me coge en brazos.

- He vomitado dos veces, y me duele mucho la cabeza.- Contesto mientras acomodo mi cabeza en su hombro.

- ¿No notaste nada ayer?

- Solo ligeros mareos, pero no le di importancia.

- Cuando se trata de tu salud nunca le das importancia.- Me regaña mientras me acomoda en mi cama.

- Exagerado.

- No lo soy, espera un momento.

A los dos minutos está de vuelta con dos palanganas, una de ellas rellena de agua. Se sienta a mi lado mientas humedece el paño y me lo coloca en la frente. Luego coloca la palangana vacía en el suelo.

- Lo siento.

- ¿Por qué te disculpas?- Me pregunta extrañado.

- Estabas trabajando y yo te interrumpí.

Su rostro se vuelve cálido con una sonrisa paciente.

- Tranquila, les he dicho que lo haría desde aquí. Solo tendré que ir a una reunión a las 14:00, trataré de ser breve.

- No te preocupes por mí. Estaré bien.

- Eso no evita que me preocupe.

- ¿Has llamado ya al instituto?

- Sí, sabiendo el buen expediente que tienes, ni siquiera preguntaron por la prueba médica.

- Eso es bueno, no tengo ganas de levantarme y menos para ir al médico.

- Está bien, está bien, ahora descansa. ¿Te importa que quite tu ordenador para poner el mío?

- Claro que no. Por cierto…

- ¿Qué?

- Eres demasiado bueno y voy a dejar de hablar, me duele tanto la cabeza que no me creo que haya hablado tanto.

- Está bien, trataré de hacer el menor ruido posible. – Me contesta con una sonrisa comprensiva.

Me cuesta conciliar el sueño, los fuertes pinchazos en mi cabeza evitan cualquier oportunidad de sueño aunque, al poco rato, logro hacerlo un lado y , dormir.
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- Sarah, Sarah. Despierta.

Escucho una voz dulce mientras alguien me mueve con delicadeza. Entreabro poco a poco los ojos.

- Carlo… ¿qué hora es?

- Son las 13:15, me tengo que ir ya, pero me gustaría que te volvieras a tomar la medicina. Me quedaría más tranquilo.

Carlo me ayuda a sentarme, apoyándome en el respaldo de la cama y me acerca un vaso con agua y una pastilla. Me los tomo rápido, urgiendo el agua, intentando desprenderme del desagradable sabor.

-¿Así mejor?- Le pregunto.

- Sí, mucho mejor, pensé en darte el Pepto-Bismol, pero como has tenido fiebre denegué la idea ¿Tienes hambre?

- No mucha.

- Bueno, no creo que llegue demasiado tarde, pero de todas formas no tomes nada sólido, solo algún caldo de máximo, ¿de acuerdo? - Me dice mientras abre la puerta.

- Sí, sí. Vete ya o llegaras tarde.

- De acuerdo, ya me voy. - Contesta resignado.

Bobo sobre protector, no puedo evitar sonreír.A los pocos minutos le escucho cerrar la puerta. Dormito un rato, alrededor de una hora, pero suena el teléfono e intento darme prisa, cojiéndolo al 5º pitido. Seguro que es Rose.

-¿Diga?

- Sarah, ¿cómo estás?

Uno momento, esa voz...

-¿Taylor?

- Llámame Luke, por favor, no me gusta nada que me llamen así, me recuerda a los regaños de mi abuelo.- Me contesta riendo.

-De acuerdo, Luke, pero, ¿qué querías?

-¿Cómo?

-¿Para qué llamabas? Si es por las clases, dijimos que sería el lunes.

- No, no llamo para eso. Como no te vi, le pregunté a Rose y me comentó que faltaste. Llamo para preguntarte cómo estás.

- Gra-gracias. Bueno, estoy mala.

-¿Qué tienes?

-No sé, pensé que tenía la gripe, pero quizás tengo otro tipo de virus...

-¿Has vomitado?- Me urge.

- Esta mañana, dos veces.

- ¿Todavía tienes ganas de vomitar?

- No, gracias a la medicina apenas, pero no debo comer nada aún.

- Eso me recuerda...Espérame.

- ¿Cómo?Espera un momen...¿me colgó?

Cuelgo el teléfono y vuelvo a mi habitación enfurruñada. ¿Quién se cree que es? Fue él quien me llamó y me cuelga de esa forma.

A los diez minutos de haber estado dando vueltas en la cama, suena el timbre y me vuelvo a levantar con lentitud.Abro la puerta y me quedo estática observando a la persona que tengo delante.

Apoyando su espalda en el marco de la puerta, tiene una apariencia tan despreocupada que da envidia. Hoy lleva unos vaqueros beis y una camisa blanca de manga corta. Con el pelo liso cayéndole sobre los ojos, las mejillas ruborizadas y con la respiración agitada parecía que fuera a salir un fotógrafo de la nada a sacarle una foto.

-¿Qué haces aquí?- Pregunto sorprendida y, aún, un tanto enfurruñada.

Me sonríe y alza la mano izquierda en la que carga una bolsa de tela café claro con un dibujo hecho a mano de unos graciosos animales.

-¿Tienes hambre?

- Te dije que no puedo comer.

- Hace tiempo que tomaste la medicina, ¿no? Deberías de tomar alguna comida ligera , te sentará bien ¿Qué medicamento es?

- No sé el nombre.

-¿Puedes enseñármelo y así, pongo esto en la nevera?

No puedo evitar sentir pena al verle ahí, de pie, aún con la respiración un tanto entrecortada y con la bolsa que aparentemente había traído para mí.

-Venga pasa.- Contesto haciéndome a un lado.

Una vez dentro, y después de haber guardado las cosas, me volvió a pedir el medicamento y leyó el prospecto.

- Ya veo....¿Cuándo te lo tomaste?

Miro el reloj y trato de hacer cálculos.

- Creo que hace una hora, dos quizás. No estoy muy pendiente del reloj, sinceramente.

- Bien, supongo que tardaré lo suficiente como para que puedas comer el caldo como almuerzo ¿Eres alérgica a algo?

-No.

- Pues voy a robarte la cocina, espera aquí mientras.

Aunque al principio me quejo, no me queda más remedio que aceptarlo. Odio sentirme inútil.

Llamo a Rose, que me responde preocupada, y le cuento que estoy bien, pidiéndole los ejercicios y los apuntes de hoy. Después de un largo rato nos despedimos, tras percibir un delicioso olor.

-¡Ya está!- Exclama Luke, saliendo de la cocina.

-¿Ya?

- Sí, vamos siéntate.

- Espera, hay que sacar los cubiertos y...

- Dime dónde están y yo las coloco.

- No hace falta.

- Tú eres la enferma, compórtate como tal.- Me regaña , guiñándome un ojo.- Ahora siéntate.

Le obedezco sorprendida mientras le indico donde está todo. Un par de minutos después ya ha colocado toda la mesa y aparece con un plato humeante de caldo con un olor y una apariencia deliciosa. Lo coloca frente a mí y me indica que comience a comer, pero al verle ahí parado, de pie, le miro contrariada.

- ¿Qué?¿Tan mala pinta tiene?

-¿Qué haces ahí parado? Trae tu plato.

- ¿Yo?

- No, yo. Pues claro que tú. A esta hora ya deberías de comenzar a tener hambre, aunque sea algo.

- No hace falta.

- Mmm... ¿No querrás envenenarme, cierto? - Le pregunto en broma.

- Claro que no, he venido para todo lo contrario.-Me contesta contrariado, ¿se enfadó?

- Bueno, si quieres cuidarme, no debes contagiarte y para eso debes estar fuerte. Si este caldo me ayudará, no debería sentarte mal.

Me sonríe divertido y vuelve a la cocina en busca del tan peleado plato.

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Ya hemos terminado de comer. Luke insiste en limpiar los platos, aunque puedo usar el agua caliente usa la excusa barata de que se siente un invitado inútil ¡Inútil me siento yo! Me siento en el sofá y enciendo la tele en busca de algo interesante. Dejo de buscar en cuanto encuentro ``Cómo conocí a vuestra madre´´ A mitad del capítulo, con una de las tan divertidas locuras de Barney, me río y escucho una risa detrás mío. Me giro, sobresaltada, y lo descubro con los codos apoyados en el respaldo, mirándome con curiosidad.

-¿Qué te pasa?- Me pregunta divertido.

-¿Desde cuándo estás ahí?

-Más o menos hace diez minutos.

- ¿Y qué haces ahí parado?

-¿No puedo?

-Lo más normal habría sido sentarte en algún lado, no ponerte a mi espalda en silencio, pareces un gato...

- Bueno, siendo un gato no tengo que ser normal,¡qué alivio!

- Idiota.- Le digo riéndome.

- ¿Te encuentras mejor?

- Un poco, aunque vuelvo a tener un poco de frío.

- Déjame ver.- Murmura mientras coloca una mano en mi frente.- Vuelves a tener fiebre, ¿quieres ir a tu cuarto o prefieres quedarte aquí?

-¿Qué es mejor?

- Sería mejor tu cama, seguro que es más cómoda que tu sofá y podrás descansar mejor.

- Pues a mi cuarto.- Afirmo, levantándome con lentitud.

- Espera.- Me detiene, alzándome en brazos de improviso.

- ¡Eh!¡Bájame!

-¿Quieres llegar hoy a tu cuarto no?- Me pregunta con suavidad, aunque puedo ver que se está aguantando las ganas de reír.

- Puedo ir caminando.

- Te habrías caído en cualquier momento, da igual, no te voy a soltar hasta llegar a tu cuarto. Cuanto menos te quejes, más rápido. Aunque, ¿por qué tanto ajetreo por levantarte en brazos?

- Porque me da vergüenza y... porque es como ser una molestia, peso...

-¿Pesada? ¡Si no pesas nada!

- Eso no decían los que me han cogído en brazos.

-Eso lo decían para hacerte rabiar, no lo decían en serio.

-Yo no pienso lo mismo.

- Bueno, pues a mí no me pareces pesada, así que mientras sea yo no hay problema.- Me contesta mirándome fijamente, con esa enorme sonrisa en su rostro de nuevo.

Me quedo sin palabras y giro la cabeza a otro lado, encontrándome con su hombro, vuelvo a girarla hacia el otro ante su sonrisa divertida.

- ¿Me vas a llevar de una vez? Estamos aquí parados sin hacer nada.- Mi voz extrañamente nerviosa, comienza a sentirse ronca.

-Vale, vale.- Contesta riendo.

Justo cuando da el primer paso, la puerta se abre y aparece un hombre mirado la cerradura para lograr sacar la llave, que había vuelto a quedarse atascada.

-Siento haber llegado tan tarde, intenté no entretenerme pero...- Se queda callado al lograr sacar la llave y alzar la cabeza en nuestra dirección.- ¿Quién es?

-Carlo...