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martes, 31 de agosto de 2010

No sé que pensar...

Suavemente, la brisa acaricia mis manos, mis pies, mi pelo y mi vestido azul con una extraña dulzura, una que nunca creí merecer. Mis pasos sobre la húmeda arena negra y las olas me invaden de sensaciones y recuerdos. Algunos dolorosos, otros felices. Me pregunto, ¿por qué estoy llena de preguntas?,¿por qué la mayoría de ellas no tienen respuestas? Querer saber y no poder, ¿por qué en vez de desalentarme, me anima a seguir adelante para tratar de descubrirlas, de eliminar la oscuridad con un rayo de luz, de esperanza?

Me he enfrentado a miles de incógnitas en mi corta vida, muy pocas, y principalmente sin importancia, han tenido respuesta. Las demás siguen ahí, en la neblina de ideas de mi mente, retándome a contestarlas, a averiguar su respuesta. Probablemente, muchas de ellas se irán se mi mente con la fuerza de los años, introduciendo incógnitas nuevas, que seguirán retándome hasta ser solucionadas o caer en el olvido. Me gustaría saber si, en algún momento, todas esas preguntas tienen una solución que podemos saber, más aún, me pregunto si nuestra mente, anhelante de respuestas, está preparada para comprenderlas y, más aún, aceptarlas.

Ahora mismo, con el sol apareciendo en el horizonte, eliminando todas las sombras a mi alrededor, pienso que los humanos tendemos a complicarnos, que la respuesta, es más simple de lo que parece.

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